domingo, 29 de septiembre de 2013

In pitch dark I go walking in your landscape

    Desde hace unas semanas me encuentro en Inglaterra. Más concretamente en Portsmouth. Para ser más precisos en Southsea. Basta. No voy a dar el nombre de la calle ni el número de la casa. No quiero que me encuentre.
En algún lugar del Mar del Sur, con eso es suficiente.

Este no es momento ni lugar para contar la impresión que tengo del país. Si algo me ha llevado esta noche a retomar el relato es el estímulo que se repite siempre. A veces se esmera en desaparecer para evitar doler y otras veces es totalmente inoportuno. 

Sinceramente, me ha venido a la mente en varias ocasiones; los bares y pubs de Albert Road se parecen a su forma de andar, de vestir, de llevar barba, de cantar, etc,. Normalmente no lo digo, pero cuando alguien propone un plan, a mí siempre me apetece recorrer la calle entera e imagino lo bien que quedaría vernos paseando por allí. También está presente cuando el tiempo lo favorece, lo que quiere decir cielo nublado y lluvia. Y si puedo no llevo paraguas, para acentuar todavía más el dramatismo. La bohème. 

Podría referirme a miles de situaciones. Sin embargo, ha sido hoy cuando he pensado que tiene que acabar. Intento sacar partido a la distancia física y a la presencia de un trozo de mar que nos separa. Pretendo defenderme aislándome en una isla en la que todo parece ir al revés. Que todo esté en contra de sentir la necesidad de escribirle;hago por entretenerme y ocupar mi tiempo asistiendo a miles de encuentros y cafés. Conocer gente interesante e intelectual de otro país. Hago de tripas corazón y entonces me regala canciones. Asumo que le busco siempre los tres pies al gato porque me conviene. Sea cual sea la realidad, ya me he dado cuenta de que cualquier esfuerzo es en vano. 


La primera impresión que tengo de Inglaterra es que no hay mediodía. Uno se levanta sin Sol y al cabo de unas horas tienes todo el tiempo del mundo para pensar en él.





jueves, 9 de mayo de 2013

Como esos números próximos que no llegan a tocarse nunca.

La sensibilidad de Paolo Giornado para tratar a las personas como seres únicos me fascina. Lo cierto es que cuando lees "La soledad de los números primos" te sientes inmediatamente identificado con las luces y las sombras de algunos personajes. Al final, dependiendo de tu experiencia personal, el libro o bien acaba por penetrar en tu cuerpo como la picadura de un mosquito africano con una extrema sed de sangre, o bien te acaricia las mejillas, la nariz, los labios y el cuello con la sensualidad de unos dedos fríos sobre una piel limpia. Sea como sea no pasa inadvertido. 

Alice acaba por amargarte las noches con su fragilidad y su desgana para todo, menos para Mattia. Cuando Mattia aparece con sus manos señaladas con rayas rojas y blancas, Alice se eleva y aletea como una mariposilla que pide juego sobre la nariz oscura de un imperturbable perro. Alice se colorea. Alice disimula su cojera cuando Mattia le acompaña en un paseo o en una foto. Pero qué rabia. Por qué mentiría aquel día. Fabio es alguien nuevo, sí, pero no es nada. Y poco a poco, la nada va ocupando la vida y las horas de Alice, que parece llenarse con el hábito y las ricas comidas que Fabio se esmera en hacer. Y que nunca come.

Mattia te hace hervir la sangre cuando piensa en hacer las cosas y decide buscar un objeto punzante con el que dañarse las manos. Las mismas manos con las que tendría que haberla asido con fuerza, en cierto momento en que, por un ataque imposible, decide irse tan lejos. Le sudarían la frente y los pies cuando Alice le decía sin piedad « Vamos ». Es siempre reacio a dejarse llevar, menos con Alice. Inerte y frío como la barandilla de la escalera que a veces simula un leve vibrar con el paso de las manos humanas. Y Denis, y Nadia. Deja a un lado siempre cualquier oportunidad para además perder siempre la misma. Unas circunstancias u otras lo empujan siempre a mirar hacia atrás, hacia aquel banco del parque donde Michela le esperó y después ya era tarde.

¿Cómo dos números tan cercanos no pueden tocarse nunca? ¿Cómo Paolo consigue definir con palabras lo abstracto de la soledad de esos números?

(Me veo de nuevo tendida en aquel barranco, en la nieve, en medio de un silencio perfecto. Tampoco ahora nadie sabía dónde estaba; tampoco ahora vendrían por mí. Tampoco lo esperaba ya.
Sonreí al cielo terso. Con un poco de esfuerzo podría levantarme sola.)




lunes, 29 de abril de 2013

La canción más hermosa del mundo. Joaquín Sabina

« Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda,
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda,
una hispano olivetti con caries, un tren con retraso,
un carné del Atleti, una cara de culo de vaso,

un colegio de pago, un compás, una mesa camilla,
una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla,
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una strato,
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato,

mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero,
mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros,
mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas,
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.

Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera,
una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera,
no sabía que la primavera duraba un segundo,
yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.

Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera,
al padrino que me apadrinó en la legión extranjera,
a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante,
a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante,

al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha,
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha,
mariposas que cazan en sueños los niños con granos
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.

Me libré de los tontos por ciento, del cuento del bisnes,
dando clases en una academia de cantos de cisne,
con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario,
¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?

Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera,
si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera,
heredé una botella de ron de un clochard moribundo,
olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.

Nunca pude cantar de un tirón
la canción de las babas del mar, del relámpago en vena,
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,
de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos,
de la gota de tinta en el himno de los iracundos.

Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo. »

Horas-punta

El calambre repta y trepa
por la columna y su accidente
y exige y se obstina
y atiza contundente 
mi nuca.

Es un golpe seco. Duro. Crudo. 

Y poco
      a poco
              caigo,
          leve,
            sola.

Sola...

Altera el letargo el vibrar de la vela sobre la mesita.
Gracioso tintineo 
que deja entrever 
amables e ingenuos sus gestos.

Él no sabe nada.
¿Y qué va a saber?
Es pronto para entender el porqué de semejante ruina vítrea.



miércoles, 3 de abril de 2013

Mayoría de cadáveres



"Sí, fue un malentendido.
Gritaron: ¡a las urnas!
y él entendió: ¡a las armas! -dijo luego.

Era pundonoroso y mató mucho.
Con pistolas, con rifles, con decretos.
Cuando envainó la espada dijo, dice:
La democracia es lo perfecto.

El público aplaudió. Sólo callaron,
impasibles, los muertos.

El deseo popular será cumplido.
A partir de esta hora soy -silencio-
el Jefe, si queréis. Los disconformes
que levanten el dedo.

Inmóvil mayoría de cadáveres
le dio el mando total del cementerio."

Ángel González



En un café, con el periódico

"En un café, sentado con el periódico.
No, no estás solo. Tienes media copa vacía
y el sol llena la otra media...
Tras los cristales ves sin ser visto
a los que pasan presurosos (es uno de los atributos de lo invisible:
ver sin ser visto).
¡Eres libre, te han dado plantón en el café!
Nadie nota el efecto de la viola en ti,
nadie se percata de tu presencia o tu ausencia
o escruta en tu neblina cuando miras
a una muchacha y te deshaces...
¡Eres libre de poner orden en tu vida
en mitad del gentío, sin rendir cuentas a ti mismo
o al lector!
Dispón de ti como te plazca, quítate
la camisa o los zapatos si te apetece, te
han dado plantón, eres libre de fantasear, ni a tu nombre
ni a tu cara les cabe aquí cometido alguno. Sé
tú mismo... Ni amigos ni enemigos
controlan aquí tus recuerdos /
Busca una excusa para aquella que te ha dado plantón en el café,
acaso no te diste cuenta de su nuevo corte de pelo
o de las mariposas que bailaban en los hoyuelos de sus mejillas.
Y busca otra para aquellos que un día pidieron que
te mataran, por nada... sólo porque el día
en que te topaste con una estrella no moriste... y con su tinta
escribiste la primera canción...

En un café, sentado con el periódico,
olvidado en un rincón, nadie estropea
tu buen humor,
nadie piensa en matarte.
¡Estás solo, eres libre de fantasear!" 

Mahmud Darwix, traducción de Luz Gómez García.

sábado, 9 de marzo de 2013

Se sucede

Puede que por obligación o responsabilidad exista un amor del que no nos libramos nunca. 

No se trata de ese amor con patas, del amor del que hablan las canciones de amor. Los libros de amor. Las fotos de amor. Las cartas de amor. No es el amor de los amantes. No es el amor del famoso San Valentín. El amor de Amor y Psique. 
Ese amor sube, 
baja, 
va, 
viene,
llega,
no llega,
llega.
Hace daño.

Tampoco es el amor confidencial. No es el amor de los secretos. No, no es el amor de comerse los mocos y contárselo todo. De horas de teléfono. De tardes de café y chismes. De haber un amigo en mí o en ti, él, ella, ellos, ellas, vosotros, vosotras, el grupo... 
Ese amor también se escapa,
traiciona. 
Hace más daño.

Lejos queda del amor platónico. En absoluto, no es el amor idealista. No es amor a las nubes, al sol, al éxito. No es un amor que destape la pasión y lo incondicional. No es un amor artificial, no es comercial, ni una hipótesis. 
No es el amor platónico que se va,
porque nunca viene.
Si no viene,
duele menos.
Ya dice Sabina « no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió ». 

Hablamos del amor que se sucede. Que se respira, que se mama, que se trasvasa, que se titula. El amor que se aprovecha de la ingenuidad y de la naturalidad. Este amor nace cuando se nace y muere cuando se muere. Despierta cuando amanece y se acuesta cuando cierras los ojos. Pobre del que lo tenga todo y no sepa de dónde viene. Este amor no se sueña, se vive con él. Se pelea, se riñe, se decepciona, se enorgullece, se defiende. Es un amor que se come el hambre de los demás con un consejo, una palabra. 
No es noticia, es idiosincrasia. 
Es el mejor de todos.


Entre anuncios de sopas luminosas...

Otro romanticismo (Javier Egea)

«Te escribo nuevamente desde una tarde helada

de esas en que nos puede el sentimiento
y la obsesión -ese pingajo de la soledad-
te derriba, te ocupa, sienta plaza en tu cuerpo
y, lo más peligroso, te alumbra, te interroga.

Y ves que los renglones se estrechan,
las letras se amontonan
y comprendes el hueco imposible,
el espacio que nunca compartimos
y este bello recurso de contarte la vida
poblando de historia y de sueños
las hojas tibias del dolor
que tanto me recuerdan tus muslos o tu espalda.
Por ellos navegué durante tanto tiempo,
en ellos aprendí tantas cosas extrañas,
tanto golpe de mar,
que parece imposible olvidarte así, de pronto,
como quien tira la luz por la ventana,
como quien se despuebla de golpe de esperanza.

¿Quién puede responder sin ningún truco
a las preguntas viejas, enquistadas,
hechas parte de ti?

¿Quién cruzará de un salto las aguas del olvido
sin sentir cómo quema en la carne la sorpresa de un día,
las sábanas de un día, los cuerpos ofreciéndose,
las ojeras del gozo al amanecer?

¿No volverá el amor ,
aquel juego con náufragos y cofres,
a sorprendernos con su mano abierta,
a dejar en la playa de un hombro
como alga de plata que reposa
la saliva brillante del deseo?

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

Por eso he de decirte -aunque sea por escrito-

que está la casa abierta para ti,
que te esperan los libros, el té, mi soledad,
las dudas de las tardes de domingo,
la pequeña verdad
que no se tiene en pie sin tus palabras.

No es posible saber cuando todo enmudece
y la vida se ha vuelto una sórdida esquina
si nos falló el presentimiento
o será que el mercado nos fue tragando
con sus comadres y su algarabía,
que no supimos vernos ni hablarnos
entre anuncios de sopas luminosas,
promesas y altavoces
pregonando los últimos saldos
de la felicidad.

Será que llevaremos inevitablemente
un lenguaje podrido que amarga el paladar
y te pone a escupir en mitad de la urgencia
cuando toda la historia apenas si consiste
en decirnos que sí, que nos amamos.

Y los golpes, tan fuertes, las aguas del olvido,
                                                                 tan hondas... ¡Yo no sé!

Hay cosas en la vida
que sólo se resuelven junto a un cuerpo que ama.

Y cartas que se escriben
cuando la prisa clava su aguijón
y te deja colgando del alero
y te da por pensar
que es posible que no nos conociéramos
aunque fuimos viviendo el mismo frío,
la misma explotación,
el mismo compromiso de seguir adelante
a pesar del dolor.»

Groggy

Mutar en una tostada, un tenedor, una goma de borrar o un mechero. Vivo, inerte; chillón, gris; acordarse, recrearse; travieso, paliza; saltarín, reptil; despertar, desvelarse.

Cuando uno escoge la calma está destinado a caer en la pasividad y todo empieza a pasar, y tú también pasas. Hay un desfase que adormece, lo que hay fuera se acelera, llega un punto en el que tus ojos son demasiado lentos para seguirlo todo con la vista, y entonces tu cerebro desconecta y se acomoda. 

Podrían pararse a descansar en un banco, en un parque, en un tobogán.
Podrían pararse a observar las gotitas que deja la lluvia en los cristales. Esas que enfadan tanto.
A oler entre las páginas de los libros; nuevos, viejos, electrónicos, de biblioteca, etc.
A contemplar los colores cálidos, horizontales y turbadores del típico atardecer.
A crear una rutina de café después de comer.
A leer los aleccionadores azucarillos húmedos. Lo que ocurre es que les da miedo sentir que se puede aprender de un puñado de azúcar.
A escuchar el choque de las ramas o el vuelo de una sucia mosca.
A entender las letras de las canciones que escuchan para darse cuenta de que son una caca. 
A cumplir con el tópico de repartir sonrisas por la calle sin venir a cuento para darse cuenta de que existe gente que nunca se ha visto. 

Todo se cualificaría mucho más. 

No se reirían de los individuos que tienen pasiones y métodos distintos y no tiene esto mucho sentido con el primer párrafo en el que se anuncia una muerte, pero bueno, creo que se trata más bien de escoger una u otra vida. Un sitio donde uno « descanse en paz », pero vivo.


martes, 12 de febrero de 2013

Ensaladas de algodón

"Antes de componer una pieza, camino multitud de veces a su alrededor acompañado por mí mismo" (Erik Satie)


Erik Satie (Alfred Eric Leslie Satie, 1866- 1925), ya nos advirtió de qué va esto. Lejos de los ruidos de la ciudad y del vehículo acelerado; ajenos a la velocidad y al trajín, danzamos por los acordes de la armonía atonal de la Gymnopédie.

Nos dejamos caer débiles, progresamos tímidamente sobre la misma célula melódica, suave, constante, sólida, grave. La base monótona sobre la que jugueteamos con mimos y guiños soporta el calor de los Buenos Días y el caos del resto de los días... Subimos, bajamos, rozamos, tocamos, acariciamos, besamos hasta que la calma y el tesón de la célula repetida pierde su forma habitual para simular un gesto de cambio. Pero finalmente se limita a acompañar y a complacer las exigencias cadenciales de la melodía caprichosa.   

Incluso cuando la voz cantante cesa, el segundo pentagrama no abandona su quehacer. La Gymnopédie se muestra como eco imperfecto de la paz hogareña. Esa paz que uno experimenta en soledad seguro de no estar solo. Un sonido triste, dulce, leve, ligero, medido, elegante, justo, sano.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Salado y grande

Cuando una relación termina se suele tender a buscar culpables. Sobretodo si se protagoniza la historia desde el lado en el que uno se queda solo contra su voluntad. Se intenta buscar el error del otro, la causalidad, el motivo estricto, una explicación forzosamente razonada. Eso sí es caer en el error.

Es cierto que nada es fruto del azar, y que no podemos dejar en sus manos algo tan estimable. No debemos despojarnos de la correspondiente responsabilidad. Es evidente que hubo un desacierto, que el atino era ausente incluso cuando todo parecía encontrarse en la situación conveniente. No obstante, ha pasado. Recrearse en ese "Yesterday" del que nos habla McCartney conduce a la desesperanza y a la continua angustia de lo que pudo ser y no fue. Sin embargo, de lo único de lo que podemos estar seguros es del pasado, del glorioso y fructífero pasado. Es bueno recordarlo como un hecho hermoso que afecta positivamente la vida en el presente, de lo que, por desgracia, también podemos estar seguros.

Y lo bien que se les veía. Y lo bien que se lo pasaban. Oye, lo pasamos genial. Sí, fue difícil al principio, pero, creo que mereció la pena. He aprendido mucho de mí contigo.



La teoría parece cómoda. Tan solo se trata de relajar ese afán por querer dar explicaciones a todo, se trata de entender que hay cosas ajenas a nuestro alcance; que no podemos forzarlas. Se trata de dejarnos llevar, dejar que el río trascurra para finalmente verter sus aguas. Hacerse salado y grande. Consiste en hacer examen de conciencia y poseer el talento de decirle a esa persona:
Gracias por tu tiempo, eres extraordinario.


domingo, 3 de febrero de 2013

Lagunas de gomaespuma


Se acoplaba la luna
en el vacío
propio de las calles matinales de domingo.
El eco punzante resonaba
en el pecho que se aferraba
a los tiempos de bonanza,
a la bula de Oz,
procurando engrasar un corazón de hojalata.

Ojalá el estreno hubiese llenado de orgullo al director,
que se rinde, acabando de nuevo en el corto.
Su ficción llegó
como agua de mayo
y él se fue
cabizbajo y resignado a encallarse
en el puerto de naves de paso.

Amigo, ahora compón tu cántiga,
entona tu grito,
que, mientras tanto,
yo seduzco a la Verdad
corriendo veloz por sus lagunas de gomaespuma.


La Morralla

Podemos observar el siniestro panorama que se erige ante nosotros con cara y nombre de aquellos que menos se nos parecen. 
Es vergonzoso y pavoroso ver cómo una noticia de la sección "Política" o "Economía" de un periódico -ya sea español o extranjero-  aparece etiquetada por palabras como corrupción, Caso Bárcenas, Casos judiciales, Escándalos políticos, España, etc. La clase política española no sólo asfixia a la ciudadanía con medidas y propuestas mezquinas, sino que coarta sus derechos para ejercer como lo que se han formado para formar, para enseñar e ilustrar la mente de los que venimos después, de los que tendremos que lidiar con el desaguisado y emigrar para intentar ser felices. 
El sistema nos impide ser felices. 

Es el momento de cambiar de práctica, de desechar las políticas que se apoyan sobre papeles amarillos y de reconsiderar qué necesitamos y merecemos ahora. De pensar qué color de sangre es ya caduca y qué traje a medida es ya ruinoso. 

Si no se hace bien con el pueblo, el pueblo juzga y reparte (y ha de llevarse la mejor parte).

sábado, 2 de febrero de 2013

HOLA A TODO EL MUNDO

Alma en Almoneda surge como manifestación de lo abstracto, como materialización de lo impreciso. Es la expresión de lo que suele pasar por mi mente y espero que por la de alguno que otro más.
Deseo poder haceros disfrutar de mis ambiguas ideas, así tanto como yo de las vuestras. No es mi intención convencer a nadie, sino crear concordancia y contagiar.
Bienvenidos a un pequeño espacio extraviado.