Podemos observar el siniestro panorama que se erige ante nosotros con cara y nombre de aquellos que menos se nos parecen.
Es vergonzoso y pavoroso ver cómo una noticia de la sección "Política" o "Economía" de un periódico -ya sea español o extranjero- aparece etiquetada por palabras como corrupción, Caso Bárcenas, Casos judiciales, Escándalos políticos, España, etc. La clase política española no sólo asfixia a la ciudadanía con medidas y propuestas mezquinas, sino que coarta sus derechos para ejercer como lo que se han formado para formar, para enseñar e ilustrar la mente de los que venimos después, de los que tendremos que lidiar con el desaguisado y emigrar para intentar ser felices.
El sistema nos impide ser felices.
Es el momento de cambiar de práctica, de desechar las políticas que se apoyan sobre papeles amarillos y de reconsiderar qué necesitamos y merecemos ahora. De pensar qué color de sangre es ya caduca y qué traje a medida es ya ruinoso.
Si no se hace bien con el pueblo, el pueblo juzga y reparte (y ha de llevarse la mejor parte).
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