lunes, 29 de abril de 2013

Horas-punta

El calambre repta y trepa
por la columna y su accidente
y exige y se obstina
y atiza contundente 
mi nuca.

Es un golpe seco. Duro. Crudo. 

Y poco
      a poco
              caigo,
          leve,
            sola.

Sola...

Altera el letargo el vibrar de la vela sobre la mesita.
Gracioso tintineo 
que deja entrever 
amables e ingenuos sus gestos.

Él no sabe nada.
¿Y qué va a saber?
Es pronto para entender el porqué de semejante ruina vítrea.



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